Ex Carabinero ayuda a estudiantes internacionales en Australia

ENTREVISTAS POR EL MUNDO

Nicolás Muñoz Díaz

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Considerando el tiempo que llevas viviendo fuera ¿Extrañas algo de Chile?

“La verdad creo que toda la vida uno va a añorar cosas (...) Si hoy dejara Australia para regresar a Chile o a cualquier otro país, también extrañaría muchas cosas de aquí. Cuando utilizamos la palabra homesick, tal como dicen acá, hay que hacer una diferencia entre hogar y casa. Hogar es donde tú estás, ya que es el lugar que tú creas”, responde.

A lo anterior suma: “Hoy puedo decir que mi hogar está acá en Australia, pero si tuviese que regresar a Chile o ir a otro país, indudablemente también diría que mi hogar está allí. Por lo tanto, de Chile podría extrañar muchísimas cosas y añorar otras, pero no me enfermo pensando que estoy lejos de mi país”.

Si tuvieras que dejar un mensaje a personas que sueñan con salir de su país ¿Cuál sería el mensaje?

Eduardo sin vacilar responde: “Donde quiera que vayan, dejen una huella. Tal cómo decía el fundador de los Boy Scouts, Robert Baden-Powell: ‘Deja al mundo un poco mejor de cómo lo encontraste’. Eso quiere decir que Dios nos ha permitido estar en esta tierra por una razón y con un propósito, no por una casualidad. Y ese propósito, de una forma u otra, significa que si vamos a irnos a otro país, si vamos a viajar por la vida, no solamente pensemos en pasarlo bien, sino que dejemos algo, heredemos algo”.

“Muchas veces las herencias hoy día se resumen en propiedades, bienes materiales y cosas que de alguna forma u otra se van a terminar, pero un recuerdo, una mirada, un te quiero, un te amo, creo que marca mucho más la vida”, concluye.

Si en Chile eras carabinero, ¿qué trabajo has desempeñado aquí?

“Me logré adaptar muy fácil a este lugar y esto guarda relación directa con el lugar en que nos encontramos, porque aquí trabajé la segunda noche de estar en este país sin nada de inglés. Limpiando baños, platos y el piso”, señala.

A lo anterior suma: “Trabajé muchos años para el Gobierno en un proyecto de telecomunicaciones. Y hoy en día continúo en esa rama, pero en forma independiente (...) Acá quiero hacer hincapié en que si tú te desempeñas en algo en Chile, no quiere decir que acá no lo puedas seguir haciendo, pero también es bueno entender que uno se encuentra con un libro tremendamente abierto y grandísimo de cosas que puedes hacer. Australia logra que la persona se descubra, que note que tiene muchas más cualidades”.

Una labor desinteresada

Los bancos de alimentos, también conocidos como foodbanks, son organizaciones benéficas que recogen alimentos donados para distribuirlos a personas en situación de vulnerabilidad e incluso estudiantes. Funcionan gracias al trabajo desinteresado de miles de voluntarios alrededor de Australia, siendo uno de ellos Eduardo.

Foodbank es un proyecto que, como cristiano, ha sido una tremenda bendición. De forma muy personal, a veces uno da gracias por haber pasado hambre o frío, porque de esa manera uno logra entender en los zapatos que se encuentra la otra persona”, comenta.

“Hoy podemos abrir la mente y el corazón para, además de entregar alimentos, decirle a una persona, te entiendo (...) Este proyecto, sin duda alguna, nos ha marcado. Hemos conocido más de 2.000 personas que vienen y se van, pero a cada uno de ellos le hemos tratado de hacer entender que nos importan”, asevera.

“Hay estudiantes internacionales que muchas veces llegan muy desorientados, algunos engañados por sus propias agencias de viaje, porque les cuenta una historia que no es (...) Por nuestra parte tratamos de ayudarlos diciéndoles, por el momento que tú estás aquí en Australia permítenos ser útil en tu vida”, plantea.

Una breve historia de amor

Ante la duda latente de saber dónde nacieron las ganas de salir de Chile, Eduardo comienza a relatar su camino migratorio: “Una vez ya estabilizado en Santiago, en una de las tantas noches de fiesta, junto a mis amigos nos percatamos de dos jóvenes tratando de ingresar a una discoteca. El primer acercamiento fue con la frase: ‘las podemos ayudar a entrar, pero tienen que decir que son nuestras novias’” (ríe).

“Entramos a la discoteca y fuera de bailar, que era lo habitual, me siento literalmente toda la noche a conversar con esta joven que resulta venir de Australia. Para mí fue contraproducente conocer a alguien de tan lejos, ya que estaba acostumbrado solo a un tipo de gente (...) Recuerdo que esa noche de sábado hubo un solo baile, el Piano Man, el cual decidimos bailar como un vals”, cuenta.

“Nos despedimos y me comenta que retorna a Australia en tres días. Pasó el tiempo y ella efectivamente abordó su avión (...) Mientras me encontraba en mi rutina habitual de trabajo, llega un colega y me dice que tenía una llamada telefónica. Resultó ser ella quien en el transcurso del viaje realizó una escala en Nueva Zelanda”, detalla Eduardo.

“Esto fue el inicio de un periodo de un año en el que mantuvimos contacto telefónico diariamente. Y en ese tiempo no existían las ventajas del internet como, por ejemplo, WhatsApp (...) En resumen, así fue como, en ese tiempo y a través de simples llamadas telefónicas, conocí de una forma distinta a la persona que se convirtió en mi esposa”, cierra.

Mira a su esposa, quien nos acompaña en la entrevista, sonríe y prosigue la conversación: “Volviendo a mi historia migratoria, una vez que ella vuelve a Chile junto a su familia, contrajimos matrimonio y nos fuimos a vivir a Nueva Talcuna, en la Región de Coquimbo. Ahí estuvimos viviendo por cerca de 13 años”.

“La familia intentó por diversos medios lograr una solidez laboral, pero, desafortunadamente para nosotros en ese minuto, no se logró (...) Considerando la situación, mis suegros deciden regresar a Australia y observar cómo estaba el panorama. Un par de meses después, el 17 de octubre del 2005 salimos de Chile”, comenta.

Hay ciudades en Australia que se caracterizan por albergar una notable cantidad de nacionalidades, tal es el caso de Melbourne. Entre sus calles se pueden encontrar personas provenientes de los lugares más recónditos del planeta, tan recónditos como el país en el fin del mundo, Chile. El mismo que vio nacer, crecer y despedir a Eduardo Orellana.

Sentados en el mismo lugar donde Eduardo encontró su primer trabajo inicia la entrevista: “Mi nombre es Eduardo Orellana, tengo un poquito más de 50 años, provengo de Chile y he vivido durante los últimos 20 años en Australia”.

¿Cómo comienza tu historia?

“Mi historia comienza mucho antes de tener la idea de irme a otro país (...) Nací en la región de Ñuble, Chillán específicamente, y siempre existió en mí el deseo de querer mirar con una perspectiva distinta desde otro lugar”, asevera.

¿Con esto te refieres a mirar desde otro país?

“No precisamente”, señala, “en ese momento me entusiasmaba el solo hecho de mirar desde fuera del núcleo social en el que me encontraba. Lo que en algún momento llamé hogar (...) Estas ganas de cambiar mi perspectiva significaron que a los 18 años me mudé a Santiago, todo esto de la mano de ingresar a la institución de Carabineros de Chile. Entidad a la que pertenecí por tres años y siete meses”.

“Suena muy poco, pero fue un tiempo considerable porque marcó una transición, tanto para mí como para el país. Un periodo en que como persona pasé a ser ya un adulto, mientras que en el país se produjo el término del gobierno militar. En resumidas cuentas fueron muchas cosas juntas en un corto plazo”, plantea.

Eduardo trabajando en el Foodbank.

Integrantes del Foodbank.

Eduardo junto a algunos estudiantes.

Eduardo en sus primeros días en Australia.